Emisora Comunitaria

Economía descarbonizada ¿qué tanta verdad o demagogia hay?

Paneles solares y aerogeneradores (torres de energía eólica).Foto tomada de cuatrecasas.com

Economía descarbonizada ¿qué tanta verdad o demagogia hay?, es el planteamiento quen se hacen desde diferentes sectores de la economía colombiana, cuando este país continúa siendo dependiente de los combustibles fósiles que son los que le dan la movilidad con el transporte terrestre fluvial y aéreo, aparte de ser los derivados del petróleo componentes de una diversidad de productos que se utilizan de manera cotidiana tanto en la industria como en la vida de los hogares, mencionando tan solo aquí las pinturas y los cosméticos que se usan a diario.

Resulta de esta manera para el país sudamericano un gran desafío el asumir ante la comunidad mundial el liderazgo en la búsqueda de una economía descarbonizada. Liderazgo que ha asumido el actual gobierno nacional en cabeza del presidente Gustavo Petro.

Colombia es un país que tiene explotaciones de petróleo, carbón y gas, a tal punto que con la crisis energética generada en Europa por la guerra entre Ucrania y Rusia, este país ha empezado a surtir a países europeos como Alemania de gran cantidad de carbón que extrae de minas como las de la Guajira en el Cerrejón, para compensar el faltante energético que se tiene en suelo europeo, ante la extensión de un conflicto que ha afectado a las naciones que han dependido de Rusia en el suministro de gas e hidrocarburos

Sin embargo, a pesar de los cuestionamientos generados desde sectores de la industria, dado el gran riesgo que se corre por la subida de precios por la escasés de combustible y lo que ello impacta la base de la economía familiar, son también varias las voces que en el exterior las que se han manifestado apoyando la decisión del gobierno colombiano de liderar un proceso de descarbonización de la economía, buscando sustitutos a los combustibles fósiles, con las llamadas fuentes naturales que producen energía limpias como son: el aire, el agua y el sol.

Algo que es una utopía para muchos y no se ve muy claro de que forma puede empezarse a dar este proceso, sin que se ocasione un gran traumatismo a la economía de un país que vive en buena parte del carbón, del petróleo y del gas con el que además se surten las familias de millones de colombianos.

Pero a lo anterior se enfrenta la realidad que empieza a sentirse con mucha fuerza con el fenómeno del cambio climático, que trayendo temperaturas extremas hace pensar seriamente en la necesidad de volver a mirar hacia la conservación de los recursos naturales, atendiendo la emergencia del recalentamiento del planeta, con medios para propiciar ambientes más sanos, libres de C02 con barreras amortiguadoras que solo pueden generar los árboles y las plantas que producen oxígeno.

De allí que la participación del mandatario colombiano en la cumbre de Dubái en Emiratos Árabes, ha despertado gran expectativa con las propuestas presentadas para una transición energética y una economía descarbonizada.

A tal punto estuvo el interés en la posición del mandatario, que la reconocida revista Time le hizo un reportaje en donde el jefe de Estado puntualiza varios aspectos sobre este tema.

Entre los cuestionamientos, según sus palabras, está que: «los presidentes vienen a hacer algunos discursos prefabricados que ellos mismos no escriben, e introducen lo que yo llamaría una política correcta». «Esa política correcta es falsa». Según indicó Petro, pues de acuerdo a él: «la política correcta es deshacerse de los combustibles.

Este planteamiento del presidente suramericano según la prensa internacional, posiciona a Colombia cómo un defensor, clave de la transición energética global, convirtiéndose en un país de prueba de cómo una nación productora de combustibles fósiles puede descarbonizarse.

La posición del gobierno colombiano se da en momentos que este país ha suscrito el tratado de no proliferación de combustibles fósiles.

Presidente colombiano Gustavo Petro durante la COP 28 en Dubái. Foto de presidencia de Colombia.

Tratado que es una propuesta principalmente de los estados insulares del Pacífico y el Caribe, como son Tuvalu Timor Oriental, Antigua y Barbuda, Fiji y Vanuatu.

Según lo reafirmado por el presidente colombiano: «la riqueza, generada por los productos básicos con alto contenido de carbono se concentra entre los ricos, lo que erige una barrera política puntualizando: «existe un camino racional a seguir y se trata de aprovechar los escenarios de racionalidad humana que existen, hoy bajo las influencias políticas dominantes, intentando con planificación y rapidez hacer la transición hacia otra forma de producir», concluyó el gobernante.

Dentro de los puntos vinculados con esta propuesta, está la preocupación por las consecuencias que puede desencadenar una migración masiva de poblaciones como consecuencia del cambio climático, hecho que ya ha comenzado a verse en algunos territorios del continente africano que comienzan a sufrir por sequías inclementes, llevando a padecer hambrunas a unos pobladores que se ven obligados a buscar otros territorios diferentes al suyo para sobrevivir.

El compromiso de las potencias en la COP 28 no es muy claro

La COP28 de Dubái estaba llamada a ser una cumbre climática histórica, quedándose en una COP de transición, luego de la evaluación del Acuerdo de París, que dejaba claro que los Estados no van por el camino adecuado para limitar el calentamiento global en los 1,5 °C.

En esta nueva reunión los países debían acordar el primer Balance Global (global stocktake), es decir, las medidas que deben guiar a las naciones para reducir las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles.

De esta forma, tras una intensa negociación, los casi 200 países participantes en la COP28 llegaron a un acuerdo que menciona por primera vez la necesidad de «transitar para dejar atrás los combustibles fósiles» en el documento del Balance Global.

Según lo afirmado por el sultán Al Jaber, el presidente de la cumbre, se destaca que es un «acuerdo histórico», subrayando la dificultad de que todas las partes firmen un texto final, señalando que: «los acuerdos son buenos en la medida en que son aplicados: «Somos lo que hacemos, no lo que decimos» concluyó el mandatario árabe.

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