Con una ceremonia que mezcló solemnidad vaticana y calidez popular, el papa Francisco fue sepultado este sábado en la Basílica de Santa María la Mayor, culminando un pontificado revolucionario que transformó el lenguaje y las prioridades de la Iglesia católica.
Último viaje del “Papa de los márgenes”
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Cortejo emotivo: Su féretro recorrió en el papamóvil sitios emblemáticos como el Coliseo, acompañado por 400,000 personas que coreaban “¡Santo subito!” bajo un cielo primaveral.
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Tumba austera: Como pidió en su testamento, yace bajo una lápida de mármol italiano con solo su nombre: Franciscus, sin títulos ni ornamentos.
Rupturas y legados
El primer pontífice latinoamericano (y jesuita) rompió protocolos hasta el final:
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Excepcional sepultura: Es el primer papa desde León XIII (1903) enterrado fuera del Vaticano, en la basílica donde rezó tras su elección en 2013.
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Testimonio vivo: “Me sentí representado por él, más allá de ser argentino”, declaró Diego Borigen, un joven no practicante, reflejando su impacto transgeneracional.
Lo que el mundo recordará
Analistas destacan tres revoluciones silenciosas de su papado:
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Geopolítica eclesial: Trasladó el centro de gravedad de la Iglesia al Sur Global.
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Ecología integral: Su encíclica Laudato Si’ (2015) hizo del cuidado ambiental un mandato moral.
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Pastoral de la ternura: Desde lavar pies a refugiados hasta su famoso “¿Quién soy yo para juzgar?” sobre personas LGBT+.
Dato simbólico: La tumba está cerca del icono Salus Populi Romani, que Francisco veneraba como “la Madre que nos une”.
La Iglesia enfrenta ahora el desafío de mantener vivo su espíritu reformista mientras prepara el cónclave que elegirá a su sucesor. Como escribió el cardenal argentino Eduardo Scheid: “Nos dejó una brújula: el Evangelio vivido con alegría y sin muros”.
El público podrá visitar su tumba desde este domingo, en un espacio que promete convertirse en lugar de peregrinación para quienes buscan una Iglesia más cercana.
